Va de Birra

Han pasado nuestros dos días de Alimentaria. La representación del Tonterías (Gálvez, Ortu, Gnomo Malo y yo misma) íbamos, además de a llenarnos el Buche, a llenar las neveras del Braveheart. Os recordamos que es un excelente y ambiciosa cervecería de Molins de Rei que pretende ofertar más de 100 cervezas. Pero tener 100 cervezas buenas de verdad sin tirar de abadías cutres es muy difícil. Y a eso íbamos, a explorar y a ver cómo de difícil está saltarse a las distribuidoras lamentables (sí, esas que van de superguays y luego se niegan a llevarte el pedido a tu bar y te piden que se lo pases a buscar, o que gastan todas sus energías en hacer nuevos clientes y cuando los tienen no los abastecen...).

Cosas que aprendimos: Primera, saltarse a las distribuidoras tristes (éstas que parece que funcionen como clubes sociales en vez de como empresas de verdad de importación y distribución) es horriblemente difícil. Imposible, ya os lo digo. Segunda: los alemanes consideran que los vasos de Weissbier deben chocarse por el culo y no por la boca, si no, eres un “traidor” (!!!). Tercero, si no vas vestido de pingüino y de veintiún botones, la gente desconfía de que realmente vayas a comprar algo. Algo de eso había, cierto, éramos un poco polizones, pero sólo un poco. En consecuencia, éxito asegurado (en términos de merchandising y muestras arrambladas) para el que se sepa tirar el moco. A mí ni se me da bien ni me gusta. Cuarto, Molins de Rei está en el mapa cervecero. Primero gracias al Chus y ahora por el Bravehear, el vicioso de la cerveza no podrá evitar peregrinar aquí. Quinto, vivan las buenas personas. El que mejor nos trató ayer (al Gnomo malo y a mí) pese a todo fue un tal Vincent de la Awex (Agencia Valona de la exportación). Le debemos unas cuantas birras. Sexto: usted puede mandar hacerse una cerveza personalizada “de verdad” (no etiquetar con su logo una cerveza que ya exista) por menos dinero del que piensa. Esto es cosa de Cerveses El Contrabaix. Encargando 550 litros (ni tanto) y pagando la caja como si fuera Chimay Blanca (ni tanto).

Y ahora os dejamos con cuatro descubrimientos líquidos:

La Warsteiner comercializa una cerveza bávara de trigo llamada Konig Ludwig Weiss. Tiene 5,5 grados, color ámbar turbio, y está buenísima. Aroma a pan recién horneado, matices de cacahuete (esto sólo se lo encuentro yo a las de trigo); y “algo” en la intensidad del sabor y el aroma que indica que es ligeramente menos industrial que las Paulaners, Franciskaners y Erdingers; aunque pertenecen a la misma familia de cervezas. Cata y crítica

La casa lituana Svyturys tiene una cerveza blanca increíble llamada “Baltas” (es bonito hasta el nombre).Aunque pretendían servirla con Miel o limón, hay que tomarla sola para apreciar el trigo en estado puro y el color amarillo pálido mate. Si hay lúpulo (debe haberlo) está totalmente de incógnito; se notan matices de plátano y clavo; y es todo lo refrescante que suelen ser las cervezas blancas.

Belgoo es una cerveza de la que me he enamorado este año y no pasa semana sin que me beba una. ¿A qué se parece esto? A una Triple Karmeliet con más encanto. La variedad Magus contiene cuatro cereales: copos de avena, malta de trigo, malta de cebada y espelta (una especie de trigo salvaje). El lúpulo es Saaz, la variante que suele acompañar a las cervezas blancas para no “molestar”; y el último descubrimiento (fracasado) de la Damm para fabricar una “cerveza para los que no les gusta la cerveza” (qué porquería de eslógan... ¿a quién querían convencer así?). Refermentada en botella, rica, rica... compleja, deliciosa. Su brewer, además, muy simpático (Jos?).

Coopers Stout. Una stout que lo es porque me lo dicen ellos. Yo habría dicho “Porter”, excepto por la textura, ligeramente más líquida que el petróleo. Malta a muerrrrte y lúpulo a cascoporro. Deliciosa y compleja incluso a temperatura ambiente, que fue como la caté. Importa Cerveces El Contrabaix.